Seguro agrario: la importancia de contratar un seguro de invernadero

La producción bajo invernaderos está generando unos volúmenes crecientes de producción y de ventas. Este campo está suficientemente tecnificado y profesionalizado como para demandar productos que le permitan gestionar sus riesgos. Así, será el sector asegurador el que trate de dar respuesta a esta demanda y de lograr, al unísono, una serie de resultados equilibrados. 

Seguro agrario, el origen de su causa.

El origen de los invernaderos se sitúa a principios del siglo XX en la búsqueda de alternativas a las severas condiciones climáticas del norte de Europa para producir hortalizas al aire libre. Se estima que en la actualidad hay más de 485.000 hectáreas de invernaderos en el mundo entero, con un crecimiento superior al veinte por ciento anual en los últimos veinte años, en donde se cultivan todo tipo de flores, hortalizas y material vegetal primario (plántulas y plantones).

En España, el cultivo bajo invernadero ha tenido un desarrollo muy importante en los últimos tiempos. Aunque se encuentran presentes en todas y cada una de las zonas, la mayoría de esta superficie se concentra durante la costa del Mediterráneo, donde el seguro agrario o seguro agrícola ha cobrado fuerza.

Desde los primeros invernaderos que se edificaron en este país a finales de los años 60, con estructura de madera, hasta los diseños actuales, la evolución de las estructuras de los invernaderos ha estado muy relacionada con el apogeo de las exportaciones de hortalizas y de plantas ornamentales, con el incremento de los rendimientos productivos y de la calidad de los productos, como con la necesidad de disponer de instalaciones que permitan un control climático (temperatura, ventilación, humedad relativa, luminosidad, contenido en CO2…) considerablemente más estricto.

Algunos datos de la importancia de la producción en invernaderos de Almería, en esta provincia del sur-este de España se cultivan en nuestros días más de 27.000 hectáreas de superficie de invernaderos y se exportan más de 1.500.000 toneladas de hortalizas, con una facturación superior a los mil doscientos millones de euros. A su vez, se consumen 102 millones euros en plásticos, 96 mill.€ en semillas y 79 mill.€ en sistemas de riego.

Es por ello por lo que contratar un seguro agrícola que cubra no sólo seguro de invernadero, sino también de maquinaria, cosecha o responsabilidad civil, sea un factor a tener muy en cuenta a la hora de poner en marcha un proyecto de este tipo.

Construcción de invernaderos: diseño del seguro agrícola

En el diseño de la estructura del invernadero deben considerarse todas y cada una de las combinaciones posibles de las acciones o cargas que pueden producirse sobre exactamente el mismo durante su vida útil. Así determinaremos qué tipo de seguro agrario convendrá más contratar.

Seguro de invernadero: riesgos a cubrir

Estas acciones o bien cargas las podemos clasificar de la siguiente manera:

● Cargas permanentes: son las debidas al peso propio de los elementos estructurales y no estructurales.

● Cargas de las instalaciones permanentes: debidas a los equipamientos instalados permanentemente (calefacción, alumbrado, sombreo, riego, ventilación y aislamiento).

● Cargas de viento: reflejan el efecto del viento sobre la estructura.

● Cargas de nieve: debidas a la nieve sobre la estructura.

● Cargas de cultivo: son las que hay que tomar en consideración cuando las plantas y cultivos son soportados por la estructura del invernadero. 

● Cargas concentradas verticales: son las producidas por el hombre en operaciones de reparación y mantenimiento.

● Cargas de instalaciones temporales: debidas a equipamientos móviles como equipos de limpieza, etcétera.

● Cargas sísmicas.

● Cargas térmicas: debidas a los efectos de la temperatura.

Todo este proceso de diseño se incluye en la “Norma Europea de Construcción de invernaderos” (EN 13031-1), que se adopta como norma UNE.

Con respecto al material de cubierta, en España se emplean esencialmente materiales plásticos, por sus condiciones climatológicas, mientras que el cristal es más empleado en los países del norte y centro de Europa. Para que el invernadero se sostenga intacto, la fijación de este material plástico a la estructura constituye un punto clave.

Además de la parte estructural, el invernadero es un medio en el que se regulan múltiples aspectos, tanto de condiciones ambientales como nutritivas, de residuos, de calidad, etcétera.

Por esta razón, muchas de estas instalaciones disponen de calefacción y elementos de distribución del calor, pantallas térmicas que regulan la iluminación, instalaciones de ventilación activa, difusores de anhídrido carbónico, sistemas de fertirrigación automática y sustratos hidropónicos como opción alternativa de medio de cara al desarrollo de la masa radicular. Todo ello controlado por modernos ordenadores que dejan un seguimiento progresivo y un conocimiento prácticamente instantáneo de cualquier incidencia.

Por último, el objeto final es la producción de plantas y/o flores, con mercados locales, regionales o bien internacionales poco a poco más exigentes en calidad. El cultivo está sujeto tanto a las condiciones medioambientales en las que se genera como a posibles interacciones mecánicas, físicas y químicas. 

Gestión de riesgos de invernadero: el seguro agrario como instrumento.

Un invernadero medio puede tener una superficie de cinco mil m2 y, si está equipado con control climático, alcanza una inversión de 24-30€ por m2, lo que supone una inversión media de 125.000€.

Por este motivo, los propietarios de invernaderos gestionan cada vez con más frecuencia la contratación de una póliza de seguro de invernadero que le ofrezca cobertura frente a los diferentes peligros o riesgos que al invernadero le pueden afectar.

Por su ubicación y la naturaleza de sus materiales, es una construcción efectivamente expuesta a los diferentes eventos climáticos. Pese a estar desarrollado para soportar una carga de viento determinada en función de su localización geográfica, en situaciones extremas de temporal o tornado tanto el material de recubrimiento como la propia estructura pueden sufrir daños considerables. Por ello, es esto lo primero que se demanda entre las coberturas de los seguros de invernaderos. Otros daños de naturaleza climática que se pueden producir tienen su origen en el granizo, la lluvia, la nieve y la inundación. Y por su parte, pueden también producirse daños por incendio y actos vandálicos.

La tecnificación de estas instalaciones está produciendo que se pidan coberturas «de nueva generación» dentro del seguro de invernadero. De esta manera, aparte de la protección frente a daños eléctricos o bien electrónicos de los equipos de control, que ya se venía ofreciendo, comienzan ahora a diseñarse coberturas de daños a los cultivos motivadas por perturbaciones en los programadores de riego (alteración de las condiciones de pH, de conductividad eléctrica o bien la dosificación de los diferentes nutrientes que se adicionan al agua de manera automática), o por alteraciones en los controles automáticos de climatización. La pérdida de beneficios es otra de las coberturas que se incluye frecuentemente en estas pólizas de seguros de invernaderos.

El seguro de invernadero en España

El seguro de invernaderos en España es ya una realidad, dado las estructuras diseñadas según criterios técnicos y cálculo de cargas descritas que han evidenciado una serie de riesgos que deben ser debidamente cubiertos por un seguro de invernadero bueno, así como respuesta ante posibles casos de siniestralidad.

En cualquier caso, una cartera de invernaderos requiere un seguimiento continuo y al detalle de la contratación y de la siniestralidad, para supervisar tanto las exposiciones en las distintas zonas como la posible acumulación catastrófica de siniestros.

Todo este seguimiento permite:

● Tratar de establecer las zonas de control más adecuadas a efectos de sufrir un acontecimiento catastrófico.

● Establecer las tasas y, cuando sea preciso, corregirlas, dependiendo del comportamiento de los invernaderos frente a los riesgos climáticos y, más específicamente, frente al viento.

● Valorar los PML de diferentes niveles (por siniestro, exposición, evento y zona de control).

● Contratar el programa de reaseguro desastroso más conveniente dependiendo del perfil de cartera y de las diferentes exposiciones.

Tras varios años de contratación y de lograr unos volúmenes de sumas aseguradas y de primas que se puedan estimar suficientes, se van caracterizando tanto los propios invernaderos como las distintas regiones geográficas por su exposición al viento.

Toda esta información se procesa y se consiguen conclusiones que dejan ir mejorando las condiciones del seguro de invernaderos.

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